viernes, 1 de mayo de 2009

"Conocí a mi pololo por Internet"

No es tan improbable estos días encontrar una pareja por el mundo ciberneticosh. En Chile, Facebook es la prueba: tres millones de usuarios están, de a poco, cambiando su vivencia en torno a conceptos como la amistad, y también, el amor.

No es un fenómeno lejano y, por extraño que suene, a más de alguno le ha ocurrido que debe acudir a Internet para saber en qué anda la otra persona, con quién se junta, qué hará o cuáles son sus intenciones con la vida. El psicopateo existe. Admitámoslo, ese el primer paso para aceptar que, a veces- sólo a veces-, estamos horas mirando las fotos que subió Juanito Pérez, incluso cuando su vida no nos interese tanto (o casi nada).

A veces es más fácil comunicarse sin verse. Hay muchas ventajas por las cuales las personas deciden comenzar una historia de amor idílico por la red. A una amiga le pasó que conoció a un tipo por Facebook, luego que la agregara sin concerla.

La Maca lo encontró LO perno agregarlo, pero igual la convencí, porque él igual se veía decente. Transcurrió una semana para que este jovencito se engrupiera a mi amiga con la buena onda. Primero fue FB, pero después vino MSN y de ahí conversaciones todos los días de horas eternas.

Luego de un mes, se organizaron para juntarse. Tuvieron una cita con todo tipo de aclaraciones: "Yo llevo un chaleco negro para diferenciarme y tú unos pantalones azul marino, y nos vemos a las 10 en punto en el Piola". Obviamente se habían mandado fotos con anterioridad, pero quién sabe, demás las fotos estaban enchuladas. Nunca hay que confiarse de alguien que se esconde detrás de una pantalla.

Al final el tipo resultó ser lo que aparentaba ser y todavía mejor. Pero mi amiga tuvo suerte. No siempre lo que se ve es oro.

De esta experiencia, creo que todos estos medios permiten no sólo la posibilidad de conocer a otras personas, sino también de volver al pasado. Son un mundo de fantasía donde pueden existir hombres temerosos y poco agraciados que se convierten en Brad Pitt y mujeres de 50 que son jóvenes de 25 años con medidas perfectas con sólo un click. Hay que tener cuidado con lo que uno desea ser, porque, a veces, la ficción termina por convertirse en una falsa y decepcionante verdad.

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